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12 octubre, 2008

Con el género hemos topado, amigo Sancho

El otro día se quejaba Amparo Rubiales de que las mujeres estaban donde los hombres las ponían. La noticia la podéis ver aquí.

Amparo Rubiales es miembro del Consejo de Estado porque así lo han decidido Zapatero y el Partido socialista. Al poco de ser nombrada, un periodista le recordó que muchas veces para referirse a la institución para la que había sido propuesta se utilizaba la expresión “cementerio de elefantes”, por lo que le preguntó si a ella no le molestaba ir para una institución así, a lo que respondió “ya es hora de que las mujeres podamos estar en los cementerios de elefantes”. Ahora su queja es la de más arriba. Una queja formulada en compañía de otras mujeres que en conjunto dan una buena representación de los partidos del espectro político español. También se oyeron quejas sobre la ley de paridad para considerar que en el Parlamento para las mujeres también hay un “techo de cristal”.

Son tantos los ángulos de la noticia que daría para horas de comentario en alguien que tuviese más tiempo y se manejase mejor que yo en estas lides, pero algunas cosas me parecen significativas en sí mismas. Por ejemplo la capacidad de convocatoria y para forjar acuerdos de “lo femenino” en un panorama político tan dividido y cainita como el de nuestro país. Sorprende la facilidad para la unanimidad en un momento como el presente entre representantes del PSOE, el PP, el PNV, o UPyD…

Sorprende mucho más que Rosa Díez principal figura visible del nuevo partido UPyD pueda decir una frase como: "Llegamos porque es el dedo del hombre el que nos pone, llegamos por cooptación". Sorprende que Margarita Uría nombrada recientemente para el Consejo General del Poder Judicial participe también de esta denuncia, como sorprende la denuncia de la Ley de paridad, principal reivindicación de los grupos feministas de todo el mundo hasta el día de hoy y de las feministas y diputadas españolas hasta el momento de su aprobación. Sorprende más, que quienes ahora así opinan no hubieran abierto el debate sobre la misma antes de su aprobación por las Cortes. Sorprende que Amparo Rubiales le reproche electoralismo a Mariano Rajoy por nombrar como portavoz parlamentaria y como secretaria general del partido a dos mujeres, sin ver la viga en el propio.

En fin es inevitable pensar en la frase: Como me lo deben todo, por mucho que me den siempre estarán en deuda conmigo. Pero a estas alturas creo que alguien más que los participamos en este foro, debiera comenzar a exigir que personas que forman parte del Consejo de Estado, del Consejo General del Poder Judicial, de las cúpulas de los principales partidos, pero que además dicen hablar en nombre de las mujeres, deben estar para algo más que para formular nuevas exigencias para su género, o para quejas que excluyen cualquier responsabilidad propia que siempre es trasladada al otro, y exigir que se pongan a trabajar en la responsabilidad que les toca que va más allá del género (¿o quizá no?) y arrimar el hombro para ver cómo se pueden resolver los múltiples problemas de este país incluida la crisis económica, la lamentable situación de la Justicia, el más que previsible colapso de la sanidad o el fracaso y abandono escolar. ¡O es que tan convencidas están de que eso es cosa de otros!

No es de recibo que haya diputadas que se sientan eximidas para todo lo que no tenga que ver con su género. Sorprende por lo demás que el mensaje no suponga ninguna autocrítica hacia las propias mujeres y sus organizaciones, por ejemplo la siempre fallida idea de un Partido Feminista, como sorprende que esa queja pueda ser hecha por quienes no han formulado ni parece vayan a formular su renuncia a ocupar cargos en esas condiciones, pero sorprende también que no se nos explique qué nuevas cosas tendríamos que hacer “los otros”, ya que la responsabilidad propia se excluye y cuando, como consecuencia de las leyes de género, se han forzado al límite los mecanismos democráticos, imponiéndonos a todos listas cerradas, paritarias y en cremallera en un sistema de partidos donde quienes deciden son unos pocos, y en una democracia que se pretende representativa; como excesivo se ha hecho el uso y abuso del nombramiento a dedo y por cooptación, como bien nos recuerda alguna de las participantes, para todos aquellos puestos en los que la voluntad de los partidos se puede imponer sin limitaciones, incluidos órganos de la Justicia sin reparar en el daño que se pueda hacer a la imagen de su proclamada independencia.

Como ciudadano de a pie me molesta que no se me haya dado posibilidad de discutir sobre la paridad por Ley, como me molesta que el criterio para infinidad de cargos públicos no sea el mérito y la capacidad, sino el género, pero me molesta más que quienes idearon tales propuestas, quienes hasta ayer las defendían en el papel y hoy las sostienen en la práctica, quienes impusieron la discriminación positiva, las cuotas, la paridad y el privilegio pretenden ahora que seamos otros los que carguemos con el muerto. Si de verdad quieren ser tomadas en serio deberían explicar su responsabilidad en tales asuntos y como se puede denunciar de palabra lo que se acepta en los hechos, o como se puede pretender que se discrimina cuando no se nombra, pero también cuando se nombra. Creo que es el colmo denunciar primero que no se las nombra, para luego cuando son nombradas quejarse de que son otros quienes las nombran, y todo ello sin renunciar al nombramiento, y olvidándose una vez más de sí mismas y su responsabilidad de nuevo apelar a los otros porque no hacen suficiente.

De estar ambientadas las aventuras de Don Quijote en el presente, la famosa exclamación bien podría actualizarse y ser sustituida por: Con el género hemos topado, amigo Sancho

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