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10 septiembre, 2010

Los muertos del Titanic

Vuelvo sobre el cuadro que Alberto nos dejó en su  último comentario, sobre el sexo de los supervivientes del Titanic, para la siguiente reflexión:

Algún día habrá que escribir esa otra historia del patriarcado que el feminismo  esconde  y que comprende hechos como esta estadística de supervivientes del Titanic, al lado de otros dramas como el actual de los mineros chilenos, que son noticia de obligado seguimiento justamente por seguir vivos; o hechos tan diversos como la coincidencia de los sectores más conservadores  de la sociedad y la judicatura con el feminismo más radical en lo relativo a la custodia de los hijos, incluso el hecho de que de los tres cooperantes secuestrados por Al Qaeda en Mauritania, a quien primero liberaran  fuera a la chica.

O  que en la masacre de los 8.000 bosnios en Srebrenica la condición de varón fuese el criterio de selección, o que con una evidente falta de rigor y a la verdad se propague la idea de que las principales víctimas de los conflictos armados sean mujeres y niños, cosa que desmienten claramente lo acaecido en los Balcanes en la hora de  la descomposición de la antigua Yugoslavia, o el conflicto palestino-israelí, o la misma guerra de Irak, pero que también exigiría preguntarse si tiene sentido establecer divisiones entre los muertos a la hora de un conflicto armado o si se interpreta que la muerte de un soldado alistado a la fuerza es menos civil que la de cualquier otro ciudadano…

En fin, es evidente que esta lista se puede alargar enormemente con los muertos en accidente laboral; o que el viejo lema de las mujeres y los niños primero sigue plenamente vigente; o que sólo pueda ser cobarde el varón, o mejor que el varón cobarde no tiene cabida en nuestra sociedad. Como decía la cartilla militar de quienes tuvimos que hacer la mili, el valor se le supone. Pero, lo dejo aquí, ya que se trataba únicamente de señalar lo selectivo del feminismo a la hora de hablar del patriarcado para referirlo, en buena medida a la clase dominante, de la que evidentemente estaba excluida la mayoría de varones y mujeres, pero que indudablemente incluía mujeres, aún cuando pudiesen tener limitados algunos de sus derechos. 

3 comentarios:

  1. Esto está relacionado con una de las pervivencias clásicas del patriarcado no es execrada por el feminismo oficial: la caballerosidad.
    Por ahí creo que se puede interpretar el fenómeno mediático Neira: encumbrado por los medios como héroe lo mismo que ahora rechazado.
    He visto que últimamente Lorente hace llamamientos a que denuncien los vecinos y el entorno, una más para escabullirse de su fracaso (cualquier cosa, antes que rendir cuentas). Por eso lo relaciono con lo de la caballerosidad. Según él, necesitan del caballero (un vecino, quien sea) que las rescate, ya que ellas no se pueden valer por si mismas. Por ahí surgió ese fenómeno mediático de Neira, el valiente caballero que arriesgo su vida por defender a la fragil damisela (la cual, me parece, no se lo había pedido)

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  2. Enric, el feminismo habló y habla de la superación de los roles tradicionales y se queja del que le ha tocado a la mujer, pero si vamos a los detalles podemos observar: primero, que tales roles no son ni fueron una imposición masculina, pero por otro ver los esfuerzos realizados ahora mismo para procurar que en muchos terrenos se siga haciendo lo que históricamente se hizo, por ejemplo, éste de la caballerosidad, pero también lo relativo a la casa y los hijos, y todo me induce a pensar en el deseo femenino de que el hombre continúe siendo el principal proveedor de forma directa, pero también de forma indirecta, mediante los mecanismos de redistribución social de la renta.

    En fin, algo que habrá que abordar con calma y más profundidad en algún otro momento

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  3. Anónimo1:22 p. m.

    Enric será caballerosidad o lo que quieras pero cuando desde e ministerio de igualdad se hacen campañas y se promocionan gestos como el de Neira, se debería al menos recordar el número de muertos que, por este motivo, ha habido en los últimos años.

    Y también hacerse la pregunta: ¿en esos casos la vida de la mujer vale más que la del hombre? ¿Estos gestos sólo pueden ser de ida?


    Alberto

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