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28 agosto, 2013

Las dueñas de la moral guardan silencio.

«Miley Cirus simplemente reemplazó talento por sexo». A propósito de su actuación en la gala de los premios MTV.
«Yo hago porno y lo lleno de valores». Erika Lust, sueca afincada en Barcelona que hace porno femenino.
Quizá algún día alguien explicará por qué quienes consideran a la pornografía violencia de género guardan silencio ante Erika Lust, y quienes han convertido un piropo en una forma de acoso o denuncian el desenfreno en los sanfermines, no tienen nada que decir ante tanta artista que ha decidido que a donde no llegue con su talento lo hará con su cuerpo.


Entre los muchos misterios del neofeminismo no es el menor saber cuándo debemos considerar que las mujeres son tratadas como objetos sexuales de cuando no importa si llena la cartera de la protagonista. Aunque a la vista de la experiencia parece que solo interesará esa calificación en aquellos casos en los que se pueda usar como arma arrojadiza contra los hombres. 



21 agosto, 2013

Nuevas masculinidades

Estoy leyendo un libro de neurociencia de alguien que sabe tanto como Antonio Damasio, quien a pesar de ello no deja de reconocer en cada página las dificultades de un territorio como nuestro cerebro, y cuestiones tan espinosas como las emociones, los sentimientos y los procesos de aprendizaje. Pero también de la pasmosa facultad de nuestra memoria para expandirse y en un “efecto proustiano” vincular el recuerdo de una interacción a nuestro pasado y a menudo el pasado de nuestra especie biológica y nuestra cultura.

Por eso cuando leo cosas como lo que haya de ser la “masculinidad” puestas en manos de quien ni es claro el título con el que las aborda, y lo que le guía es un propósito ideológico, me echo a temblar. Si además nos proponen talleres para cambiarla como se hace aquí me pregunto si acaso como hacen los horteras con sus coches hay quien considera que al igual que a ellos se nos puede tunear.

De entre las muchas derivas del neofeminismo no es la menor que, en un demostración más de su inmensa osadía y voluntad de control social, haya decidido por su cuenta tomar como propio territorios como: lo que haya de ser la masculinidad, el aprendizaje en la escuela y fuera de ella y en general haya decidido que todo lo que tiene que ver con la moral social le compete y le compete de forma exclusiva. Y a estos efectos de nada está valiendo la demostración de la puerilidad de planteamientos como que los juguetes para niños y para niñas hayan de ser los mismos o que en la escuela cualquier desviación del patrón de que niños y niñas hayan de tener la misma conducta  deba ser castigado.

En este escrito ya mencionado en la bitácora se vuelve sobre el poder omnímodo y todopoderoso de la publicidad como configurador de la “personalidad” de cada uno, por supuesto sin percatarse de que no hay equivalente masculino a “porque nosotras lo valemos”, además de dar a ésta una dimensión completamente desorbitada sobre lo que pueda significar en nuestras vidas. No es ya que seamos pizarras en blanco sobre las que escribir desde que nacemos, es que un spot publicitario nos puede cambiar la vida. Si así fuese y teniendo en cuenta el papel que en ella juegan mujeres y hombres habría que concluir que nuestro futuro -el de los hombres- sería muy negro, aunque al autor del artículo muestre un claro sesgo selectivo.   

Pero más sorprendente me parece la actitud de la sociedad ante este tipo de prácticas que han decidido sustituir la figura del especialista  con título reconocido y sabiendo sobre qué postulados metodológicos trabaja, por la del experto, generalmente alguien a quien han decidido nombrar así sus pares, no en la academia, no en la universidad o el colegio profesional, sino entre sus correligionarios o si se quiere más claro entre quien quiera que sea que gobierna la llamada perspectiva de género y cuya metodología será aquella que mejor se adapte a los propósitos ideológicos de la misma.

Como sorprendente es que, ante las oscuras resonancias de los programas neofeministas que se proponían cambiar al hombre, cambiar la masculinidad, son ahora los profeministas quienes con igual propósito aunque distinta denominación nos proponen esos talleres sobre Nuevas masculinidades. Un curso acelerado de unos meses nos puede hacer un hombre nuevo. ¿A qué me recuerda esto? 

P.S. para los que tan preocupados se muestran por la imagen que de la mujer da la publicidad, este anuncio nunca ha existido. 

20 agosto, 2013

Algunas preguntas

En relación con esta información de Padres divorciados, me gustaría formular algunas preguntas:

¿Qué fuerza o fuerzas han impedido y siguen impidiendo que en nuestro país haya una ley de custodia compartida como es debido? ¿Qué lectura hacer del tipo de igualdad que puedan propugnar quienes consideran que los hijos son de las madres y prescinden del superior interés del menor?

¿Qué está impidiendo una revisión en profundidad de la ley contra la violencia de género? ¿Alguien considera que está cumpliendo sus objetivos? ¿A quién satisface su desarrollo y aplicación? ¿A quién atribuir los inmensos daños colaterales?

¿Qué poder o poderes han decidido convertir en filosofía de Estado la teoría de género? ¿Puede el Estado tomar partido por una filosofía que  promueve la guerra de sexos?

¿Qué, con tanta contumacia, está impidiendo el diagnóstico del fracaso escolar masculino y otros males de nuestro sistema educativo?

¿Por qué la necesidad de ocultar otras violencias, particularmente la violencia contra los hombres, pero también contra los niños, los ancianos o los discapacitados como parte de la estrategia del feminismo de género?

¿Qué  fuerzas en su interior empujan al PSOE a dar cada vez más poder a los círculos ideológicos que cultivan los planteamientos tipo Miguel Lorente o Bibiana Aído?

¿Qué empuja a este partido a que, cuando la ciudadanía pide a la política transparencia y listas abiertas, éste lo que ofrezca sean listas cerradas con cremallera obligatorias para todos y un proceso de primarias a dedo como el de Andalucía?




12 agosto, 2013

¿Es inútil la denuncia de discriminación salarial?

En las sociedades esclavistas los trabajos duros y pesados, los trabajos que los patricios no querían para sí eran desarrollados por los esclavos. Salvando las distancias, porque la nuestra no es una sociedad de ese tipo, el neofeminismo parece como si concibiera una sociedad constituida únicamente por patricios olvidando a todos aquellos que desarrollan los trabajos duros y pesados, los peor remunerados y en los ámbitos donde algunos derechos como el de conciliación de vida familiar y laboral no solo parece un sueño para hoy sino para cualquier otro momento del futuro.  Las condiciones a igualar según ellas sería con los varones que desempeñan los mejores empleos pero olvidando completamente a toda esa franja de población que ha de realizar los trabajos que los demás no quieren. 

Pero la cuestión que quería plantear en esta entrada es otra,  es la de si pierde el tiempo el neofeminismo cuando denuncia la discriminación salarial femenina aun cuando se trata de una idea falaz. Mi respuesta es que no, que cuando el neofeminismo denuncia la brecha salarial de género y, a estos efectos, da igual si lo hace a sabiendas o no de que se trata de una falacia, está consiguiendo otros objetivos nada desdeñables: el primero, mantener la idea de la discriminación de la mujer allí donde ésta se encuentre, en este caso el mundo laboral.

Y da igual que el pagador sea el Estado o una empresa privada, que se trate de los sueldos de las juezas, las maestras, las administrativas o las señoras de la limpieza en una empresa privada, la discriminación siempre está ahí para la mujer. Siempre está ahí porque el patriarcado a quien discrimina es a la mujer. Que la práctica totalidad de los accidentes graves o muy graves y los con resultado de muerte a quienes tengan por protagonista sea a los varones no altera nada ese prejuicio tomado como premisa universal que no necesita demostración. Tampoco todos los otros aspectos del mundo del trabajo que castigan al varón.

Pero igualmente consigue otros objetivos no declarados como esconder la profunda dualidad por sexos del mercado de trabajo, dualidad en la que quien con diferencia sale peor parado es el varón,  incluso intentar establecer ideas como que los sueldos debieran estar en relación con el título educativo sin importar lo demás (si esto fuese así adivínese quien ganaría por goleada) y sobre todo que, cuando la situación se invierta lo que ahora se describe como desigualdad se convierta en la situación merecida y justa. Así al menos está sucediendo en todos aquellos sectores en que las féminas copan porcentajes de ocupación superiores ya no al 50%, sino al 70% o al 80%.

Lo que el neofeminismo está diciendo es que el hecho de que la mujer decida o no trabajar fuera de casa, se incorpore más tarde al trabajo y se retire antes, solo acepte determinados puestos de trabajo rechazando los de riesgo y esfuerzo, los que se ejercen a la intemperie y los más estresantes; que se acoja a los públicos con preferencia sobre los privados y  rechace los que no le gustan, lo que al prescindir de todos estos matices está diciendo, es que todas esas cosas no deberían significar nada porque lo único a igualar sería la remuneración. De nuevo el modelo con el que trabajan esconde una profunda asimetría  como ya es norma en este tipo de feminismo y, como siempre, quienes no aparecen son quienes verdaderamente trabajan: las personas, porque la dialéctica que interesa es la de los sexos (perdón quise decir géneros) y ahí ya casi todo vale.  

03 agosto, 2013

El blog Mujeres y el tren siniestrado

Al leer esta entrada, la verdad se me erizaron los vellos. En el blog Mujeres, y por parte de un profesor de derecho constitucional que se dice feminista, se procede a hacer un pre-juicio al maquinista del Alvia siniestrado en Santiago de Compostela, Francisco Garzón.

Un juicio previo  basado por lo demás en dos elementos tan poco fiables como la propia visión estereotipada del autor sobre la virilidad, en la que mete a Francisco Garzón de lleno, y la famosa conversación de facebook sobre la velocidad de hace un año. Todo ello sin pensar en el daño que se pueda hacer a una persona sobre la que pesa una tan gran responsabilidad y desde luego con total menosprecio a sus derechos: el primero la presunción de inocencia.


Si ya es bastante lamentable que esto suceda, más lamentable me parece que sea de la mano de un profesor de derecho constitucional.