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30 septiembre, 2016

No me gusta el tiempo en que vivimos.

No me gusta el tiempo en que  vivimos. Es un tiempo ramplón, insincero, en el que crece la censura, la negación, el ocultamiento. En el que por ausencia de previsión las cosas se nos echan encima y no sabemos por qué nos pasa lo que nos pasa. Un tiempo de personajes sin grandeza, de personajes como sacados de una chistera pero por el lado menos afortunado.  El adocenamiento lo va cubriendo todo como una mala marea de chapapote.


Un tiempo sensiblero y poco sensible, un tiempo en que la inteligencia y la ilustración han de ceder paso a la emoción y el buenismo como si ahí estuviera lo que nos caracteriza y nos hace lo que somos. Un tiempo de renuncia a lo que nos ha traído hasta aquí y al brillo que fuimos capaces de crear en el arte y la ciencia. Un tiempo en que por todas partes se producen implosiones porque hay muchas hoyas cerradas. Un tiempo que está pidiendo a gritos libertad y verdad para encarar el futuro con esperanza.  



4 comentarios:

  1. Anónimo9:11 a. m.

    Si, todo eso es cierto, aunque se podría aplicar a cualquier época histórica, ahora mismo yo no llego a localizar ninguna en la que las cosas fuesen distintas, evidentemente con sus matices culturales y de época..Nada nuevo bajo el sol...Es más a pesar de todo, tengo la percepción de que vivimos, en términos generales, mejor de lo que nunca se ha vivido en todos los sentidos.

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  2. Anónimo12:33 p. m.

    Tengo la misma sensación que el autor de la bitácora: no me gusta el tiempo en que vivimos, y apruebo además el acierto de ese retrato: una época caracterizada por la mezcla de mediocridad y autoengaño, por la hipocresía con buena conciencia. Al igual que Manuel León, me pregunto si otro tanto no se podrá decir de todas y cada una de las épocas de la humanidad, como magníficamente apostilla Borges: " le tocaron, como a todos los hombres, malos tiempos en que vivir". Sin embargo, y aún concluyendo que cada tiempo tiene su afán y cada época sus delirios, creo, por una parte, que el autor de la bitácora acierta en la descripción de lo más característico de lo que está sucediendo hoy en Occidente, esa hipocresía con buena conciencia: no tenemos "en casa" apenas grandes tragedias (no hay 'hic et nunc' guerras espantosas o epidemias devastadoras) y nos hemos instalado entonces en el confortable terreno de imaginar que somos muy buenos, porque nos indignamos mucho, aunque no movamos un dedo por arreglar los problemas reales, y, ya de paso, aprovechamos nuestra impostada indignación para hacer de ella un confortable 'modus vivendi'. También admito, por otra parte, que, puestos a elegir, y aunque resulte tan moralmente desagradable, peor sería estar sufriendo la guerra, el hambre (el hambre de verdad) o la peste. Sólo falta saber cuánto tardarán en alcanzar su punto crítico esos problemas de verdad que nos negamos a encarar, ocupados como estamos en aplicar falsas soluciones a nuestros falsos problemas.

    Athini Glaucopis

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  3. Esta entrada de El café de Ocata revela algo de lo que he pretendido insinuar en la entrada:
    http://elcafedeocata.blogspot.com.es/2016/10/vivir-del-cuento.html

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  4. Dice Manuel León que lo que digo se puede aplicar a cualquier época histórica. Yo no lo creo así porque aunque los seres humanos somos básicamente los mismos desde hace mucho tiempo, el suelo que pisamos y el mundo en que nos desenvolvemos no. Y eso hace singular cada momento. Y francamente el tema de la censura me parece extremadamente preocupante.

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